Atrás Personaje - 05/10/2020

Una vida plena resumida en una sonrisa

Sandra Zumbado Alvarado / prensa@revistacorrugando.com

 

Percibir la sencillez y alegría de una persona a través de una videollamada no siempre es cosa fácil. Pero la charla que tuvimos con don Rodolfo Hollander Berger para esta nota, se convirtió una conversación entre amigos.

Yo con un café y él, en la comodidad de un estudio con una biblioteca cargada de libros que dejan evidencia de su pasión por aprender y no parar de hacerlo nunca, dos elementos que nos sirvieron de comunión para iniciar una conversación en un ámbito más personal, de este venezolano de raíces austríacas, que dejó una huella significativa en la historia de ACCCSA.

Es feliz y no tiene que decirlo con palabras, sus gestos hablan por sí solos de que ha vivido plenamente en cada uno de los ámbitos de su vida.

Desde Santo Domingo, República Dominicana, compartió con Revista Corrugando detalles de la vida del que fuera presidente de ACCCSA en dos ocasiones, en el periodo de 1998 al año 2000 y del año 2000 al 2002.

Para la Asociación su sentimiento es de agradecimiento, por el honor y la sorpresa de haberlo llamado a ser su presidente, por los amigos entrañables que cosechó gracias a ello.

“Lo que más me marcó fue cuando me llamaron a que fuera presidente de ACCCSA, fue un reto increíble, calzar los zapatos de don Eric Capra, que en realidad fue la persona que llevó a Acccsa al nivel que está ahora. Una de las cosas que yo siempre recuerdo es que una cualidad de una persona que asume un nuevo cargo es continuar y mejorar lo que hizo el otro. El 80% de mi éxito fue cuidar y regar la matita que dejó sembrada Eric Capra”, comentó Hollander, un seguidor declarado de la música clásica.

Corrugador y académico

Sus ganas de aprender no paran y quizás por eso no es extraño encontrar que ahora dedica su tiempo a la academia. Desde Barna Management School, comparte conocimiento con los estudiantes y ha entrado a colaborar también en un nuevo puesto, desde el Departamento de Gestión Humana, algo que no le ha sido difícil, gracias a una de sus tantas experiencias laborales en más de cuatro décadas dedicado a empresas petróleo y cartón de Venezuela, República Dominicana y el Caribe. 

“Me encanta instruirme y eso me ha llevado a esta vida, tengo 11 años como profesor asociado de Barna, una escuela de negocios, donde hace poco me llamaron y pensé, ya me van a decir que a la gente no le atraen las clases con este señor mayor, pero al contrario, me pidieron apoyo para el departamento de Gestión Humana y eso me siente sumamente complacido”, destacó satisfecho con lo que califica como un ciclo muy lindo de su vida.

Sus padres son de origen austriaco y migraron huyendo de los embates de la Alemania de Hitler. Don Rodolfo nació en Caracas, Venezuela, donde creció y estudió hasta que llegó la oportunidad de recibir una beca otorgada por Mobil Oil para ir a especializarse en los Estados Unidos.

Su inclinación era por la Ingeniería Civil, pero no había becas en ese ramo, por lo cual se decantó por la Ingeniería Mecánica, una decisión de la que no se arrepiente y que lo llevó a iniciar su experiencia laboral en el área petrolera.

Luego, sus años de trabajo ya ligados al cartón, de la mano de Smurfit Kappa, lo llevaron a República Dominicana, para darle a una empresa recién adquirida el espíritu de Smurfit, tal cual lo dijo Hollander y finalmente, por los conflictos presentados en su país de origen, se radicó ahí. Hace 21 años llegó para echar raíces, junto a su esposa de nacionalidad colombiana, Yolanda y la princesa de la casa “Ella”, mejor conocida como “Ela”, una poodle que le da un sentido diferente a la vida con su lealtad y cariño.

Sus aficiones se mueven entre libros y música clásica, donde sin duda la sangre jala. Su padre fue cantante de ópera y las raíces austriacas traen consigo lo mejor de la herencia de Mozart. De ahí también heredó uno de sus gustos gastronómicos, confiesa que se le da bien la pastelería y sabe preparar su postre favorito, un clásico de Austria como es la torta Sacher, la cual encierra una curiosa anécdota que don Rodolfo no tardó en compartir, como buen conocedor. 

“Cuando no estoy trabajando, una de las cosas que más disfruto es la música clásica, no toco ningún instrumento porque fui muy flojo cuando me dieron clases de piano. En Santo Domingo, tengo dos puestos en primera fila balcón, para todos los conciertos que hay acá. Fue una sorpresa para mí que el nivel musical es muy alto y no solo de música popular, la música clásica también. Hay muy buenos músicos, muy buena orquesta y buen público”, confesó animado por algo que, sin duda, le despierta la pasión.

Ha tenido la dicha de conocer muchos lugares y quisimos preguntarle qué sitios recomendaría visitar, cuando podamos volver a hacerlo. Sus dos primeras elecciones se inclinan por la historia contada a través de estructuras y ruinas impresionantes, como lo son Machu Picchu en Perú y Angkor Wat en Camboya. Otro lugar al que le guarda gran cariño es Salzburgo en Austria, lleno de lugares hermosos, buena música, Mozart y parte de su historia familia. Su última recomendación, muy ligada a su amor por el arte, fue visitar Florencia, en Italia.

Los amigos, la cofradía

Mientras conversábamos y hacía memoria de sus compañeros de trabajo en ACCCSA, Hollander destacó el espacio que brinda la Asociación para tener una relación con personas de la misma industria, en la que no pesan los rangos, sino que se constituyen en verdaderas amistades. 

“Mi esposa Yolanda siempre me lo dice cuando vamos a las Convenciones, que hay un espíritu de camaradería increíble y eso se siente fácilmente. Toda la gente que ha dado su tiempo a la Asociación ha sido para hacerla mejor para el beneficio de todos”, agregó.

Mientras repasamos juntos algunos recuerdos de los otros dos presidentes honorarios, don Eric Capra (QDDG) y don Santiago Reyna, se le quiebra la voz recordando al amigo “al que Dios llamó muy temprano” y sonríe pensando en don Santiago, una persona querida, cercana, con una familia muy linda que siempre los acompañó y que fue parte de esa “cofradía” que se fue formando en el ACCCSA de “uy, hace 20 años, qué horror”, dice entre risas.

Lejos de ser una persona mayor común, dice él mismo, que se sienta a pensar en lo que pasó y en lo bueno que fueron los tiempos pasados, afirma que prefiere mirar hacia el futuro con optimismo.

“Hay una percepción errada de que los viejitos nos sentamos y nos quedamos con nuestras experiencias y pensando echando de menos el pasado. Eso no es bueno hoy en día, no lo hago, yo miro hacia el futuro con optimismo, creo que la sostenibilidad es el camino, que hay que cambiar nuestra visión de vida si es que queremos dejar a nuestros nietos un mundo mejor. Como generación no hemos hecho nuestra labor, hay que levantar todo el tiempo esa conciencia de lo que estamos haciendo”, puntualizó, este carismático líder de la industria.